From NPR's , Blog Supreme, news of the great Bebo Valdes' passing:
One of the giants of Cuban music, pianist and composer/arranger Bebo Valdés, died Friday in Switzerland due to complications from pneumonia, according to his wife and manager. He was 94.
Ramón Emilio "Bebo" Valdés Amaro was born in 1918 in a village outside Havana. Trained at conservatory, and having absorbed the sounds of Afro-Cuban street music and American jazz in various ensembles, he became the house pianist and arranger at the Tropicana Nightclub in 1948. The Tropicana was the hottest venue in Havana at the time; many American entertainers performed there, and Valdés became known as the go-to arranger in town for studio dates, film scores and dance numbers. In 1952, he also participated in the first Afro-Cuban descarga, or jam session, recorded in Cuba, where a group improvisation turned into the recording "Con Poco Coco."
But as his career was booming, a revolutionary government took over in Cuba, accompanied by a crackdown on the entertainment industry. In 1960, he left Cuba to play a gig in Mexico City with his own band. He never returned, leaving behind his wife and children. Valdés eventually wound up in Sweden, where he remarried and pursued a quieter music career, often playing piano for cruise ships or in choice hotels.
"If you are a musician and you do one thing, you should enjoy what you do," Valdés told NPR's Felix Contreras in 2006. "This is my profession, and it is my hobby, and I live in love with what I do. In those years in Stockholm, even if I wasn't successful, I did it because I liked it, and I'll keep doing it until I die."
Meanwhile, one of his children had matured into a piano virtuoso himself, and had co-founded his own jazz-influenced, genre-crossing band called Irakere. When Chucho Valdes and Irakere played a date at Carnegie Hall in 1977, Bebo Valdes crossed the Atlantic Ocean to reunite with his son. It set into motion a reconciliation which resulted in several collaborations, in concert and on recordings like the Latin jazz performance film Calle 54 and the duet album Juntos Para Siempre.
Late in his career, Bebo Valdés enjoyed a resurgence of popularity. In 1994, another Irakere veteran and Cuban exile, reedman Paquito D'Rivera, convinced Valdés to record Bebo Rides Again, a disc of Cuban classics mixed with original compositions. The album led to future recordings, among them Grammy-winning efforts like El Arte de Sabor and Lagrimas Negras. He was also the inspiration and pianist for the animated film Chico and Rita, about Cuban musicians in the 1940s.
"This attention is a gift from God," he told NPR. "I did not ask for all of this. But since it was sent to me, I accept it from the heart."
Ya se sabe que en la música cubana hay abundancia de genios y nombres imborrables. Sin duda, entre los que hay que escribir con mayúsculas esta el de Bebo Valdés, fallecido en Suecia a los 94 años de edad, después de pasar los últimos años de su vida residiendo en Benalmádena (Málaga) enfermo de Alzheimer. Bebo fue protagonista de momentos de oro de la música cubana, además de ser precursor de las famosas descargas de jazz afrocubano y creador de un ritmo propio, la batanga, que arrasó en la isla en los años cincuenta. Era padre de otro pianista y compositor genial, Chucho Valdés, quien se traslado a Málaga a cuidarle en los últimos momentos de su vida. Hace aproximadamente dos semanas, los hijos de de su última esposa, la sueca Rose-Marie Perhson, que falleció el verano pasado, se llevaron a Bebo de Málaga a Estocolmo en contra de la voluntad de Chucho, pero esa es otra historia.
El verdadero nombre de Bebo era Ramón Emilio Valdés Amaro y nació el 9 de octubre de 1918 en Quivicán, un pequeño pueblo de guajiros y tierras rojas a 40 minutos de La Habana. Desde que nació Bebo llevaba la música en el ADN. Antes de salir de Quivicán fundó con un amigo de la infancia su primera banda, la Orquesta Valdés-Hernández, y desdeEn los años cuarenta, estando ya en la orquesta de Julio Cueva, compuso uno de sus primeros mambos, La rareza del siglo, en momentos en que la música popular cubana se modernizaba a toda velocidad.
A partir de 1948 y hasta 1957 trabajó en Tropicana, donde acompañó e hizo arreglos para la vedete Rita Montaner. Su orquesta, Sabor de Cuba, y la de Armando Romeu actuaban cada noche en el show del famoso cabaret y allí compartieron escenario con grandes artistas norteamericanos, incluido Nat King Cole, con quien llegó a grabar algún tema.
Por aquella época el jazz arrasaba en Estados Unidos y los músicos norteamericanos viajaban a la isla para descargar con sus colegas cubanos. Bebo participó en no pocas de aquellas legendarias jam session, que tenían como animador principal al percusionista Guillermo Barreto. En medio de aquel hervidero, el 8 de junio de 1952, con una banda de veinte músicos dio a conocer en los estudios de RHC Cadena Azul su nuevo ritmo, la batanga. Entre los tres cantantes que integraban aquella orquesta estaba el gran Benny Moré.
A finales de los cincuenta Bebo colaboró con Lucho Gatica, en México. En 1960, en medio de una gira decidió exiliarse en Estocolmo (Suecia), donde se caso con Perhson y rehízo su vida. Durante más tres décadas estuvo alejado de la música. Sólo amenizaba las veladas en el piano-bar de un hotel de la capital sueca cuando, en 1994, lo llamó Paquito D´Rivera y le invitó a grabar un nuevo disco, Bebo Rides Again, una colección de clásicos cubanos junto a temas originales de Valdés.
En el año 2000 fue el cineasta Fernando Trueba quien le redescubrió y le invitó a participar en su película ‘Calle 54’. Bebo se reencontró entonces en un escenario con su hijo Chucho y también con sus viejos amigos Israel López Cachao y Patato Valdés. Tras terminar el documental, Trueba grabó a los tres el disco ‘El arte del sabor’, que obtuvo el Grammy al Mejor Album Tropical Tradicional en 2001, primero de los nueve que obtuvo Bebo en los años siguientes gracias a su colaboración con el cineasta español.
Poco después triunfó nuevamente con Lágrimas negras, un álbum de temas cubanos con alma gitana realizado con el cantaor Diego el Cigala, con el cual obtiene otro Grammy y tres discos de platino en España. Con Trueba hizo ocho discos y se convirtió en el protagonista de su documental El milagro de Candeal, rodado en la favela del mismo nombre en Salvador de Bahía con Carlinhos Brown. También hizo la música y sirvió de inspiración para ‘Chico y Rita’, la película de animación dibujada por Javier Mariscal que fue nominada al Oscar en 2012.
Su último disco fue Bebo y Chucho Valdés, Juntos para siempre’, un homenaje en el que padre e hijo repasaron juntos el repertorio y los ritmos de la música cubana que siempre tocaron juntos y que Bebo interpretó como nadie.
Anoche, la muerte de Valdés fue recibida por Mariscal con dolor pero a la vez con el recuerdo azul de su alegría y sobre todo de su elegancia. “Bebo era la esencia de lo mejor de Cuba: todo en él era especial, su forma de tocar, su manera de caminar, su risa, su elegancia para todo”. El diseñador recordó las charlas y momentos musicales que pasaron juntos con Trueba durante la preparación de Chico y Rita y cómo, a través de los recuerdos de Bebo, él descubrió de nuevo Cuba. “Yo estaba enamorado de Cuba desde pequeño, y conocía el país y sus gentes, pero redescubrirla a través de los ojos y de la sensibilidad de Bebo fue algo especial”, afirma. “Bebo representaba la esencia de Cuba y de lo mejor de su música”.
El músico de Quivicán fue una de las inspiraciones del personaje protagonista de Chico y Rita, un pianista de la época de oro de la música cubana atrapado por el amor de una mulata y aquella Habana mágica. Mariscal, que piensa en imágenes, asegura que Bebo tocaba como “si de pequeño hubiera metido en una lavadora todas las partituras de Lecuona y de los mejores compositores de la música cubana”, atrapando fragmentos deshilachados y notas de cada uno e “incorporándolos a su espíritu”.
El contrabajista Javier Colina, que en 2007 ganó un Grammy con Valdés por Live in Vllage Vanguard, disco que grabaron a cuatro manos durante una semana en el mítico club de Nueva York, asegura que “aquella semana fue “la más feliz de su vida”. “Bebo no tenía igual”, aseguró. Chucho Valdés, que se mudo a Benalmádena a pasar junto a su padre los últimos años de su vida y se opuso a su reciente traslado a Suecia, se despidió de su padre como el “más grande” y con la felicidad de haber hecho antes de morir el disco Juntos para siempre.
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